Cuando los pintores franceses pensaban a lo grandeLas salas rojas
El color de las paredes dio nombre a estas inmensas salas, que albergan las telas de mayor tamaño del Louvre: aquí pueden admirarse algunas de las obras maestras de la pintura francesa del siglo 19, de Jacques-Louis David a Eugène Delacroix.
Los grandes hechos históricos merecen cuadros de gran tamaño
“¡Por este cuadro se puede andar!”, exclamó Napoleón I ante el lienzo de su consagración pintado por David, de seis metros de alto y casi 10 de largo. Bastan y sobran para impresionar al espectador y darle la ilusión de asistir en persona a la ceremonia. Ese es el efecto que producen las obras de gran formato, en su mayoría gigantescos cuadros históricos. Y en el Louvre hizo falta encontrar un espacio de exposición a su medida.
Una decoración del Segundo Imperio
Las llamadas “salas rojas” se construyeron durante las grandes obras de ampliación del Louvre ordenadas por Napoleón III. De la decoración en rojo y oro, característica del boato que el emperador deseaba dar al museo, se encargó en 1863 el pintor Alexandre Dominique Denuelle. El color rojo realza los cuadros, en los que a menudo dominan los tonos marrones. En un principio, aquí se expusieron las obras de los maestros franceses de los siglos 17 y 18. Los cuadros de gran formato del 19 no hicieron su entrada hasta más adelante.
Jacques-Louis David, Théodore Géricault, Eugène Delacroix... En estas paredes se codean los nombres más destacados de la pintura francesa.
La prestigiosa pintura histórica
Dejando a un lado algunos célebres retratos, como Madame Récamier de David o Madeimoselle Rivière de Ingres, estas obras son sobre todo cuadros históricos. En el siglo 17, este género pictórico empezó a considerarse en Francia el más importante y el más prestigioso. Los lienzos se ponían al servicio de la historia, ya fuera moderna (las batallas de Napoleón pintadas por Gros), antigua, mitológica (Aurora y Céfalo de Guérin) o bíblica (El diluvio de Girodet). Determinados artistas elegían temas considerados exóticos, como La muerte de Sardanápalo en el caso de Delacroix, o incluso algo aún más singular, acontecimientos de actualidad cuyo alcance solo era anecdótico en apariencia, como sucedió con La balsa de la Meduda de Géricault.
La Gran Odalisca
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El romanticismo al servicio de la actualidad
La balsa de La Medusa
Cuando Géricault empezó a trabajar en este inmenso cuadro, no fue en respuesta a ningún encargo, sino por decisión propia, lo cual era relativamente poco frecuente en aquella época. El artista planteó una pintura histórica, pero eligió un suceso, en lugar de un tema considerado prestigioso. Los personajes no son héroes mitológicos ni combatientes valerosos, sino las víctimas de un naufragio que han debido entregarse al canibalismo para sobrevivir. El pintor eligió el instante más sombrío, cuando en un principio los náufragos ven alejarse el barco que finalmente los salvará.
Esta obra, presentada en 1819, no es solo el relato de un hecho trágico. Tras la caída del Primer Imperio en 1815, los Borbones había recuperado el poder. Y la monarquía restaurada se vio en dificultades debido a este naufragio: el capitán de La Medusa había logrado el puesto más por su buenas relaciones con el poder que por su capacidad. ¡De hecho, hacía veinte años que no navegaba! Y al verse incapaz de impedir el hundimiento de la fragata, acabó abandonando a una parte de los pasajeros en una balsa improvisada.
La Libertad guiando al pueblo
Esta es hoy la obra más famosa de Delacroix. Su tema: las Tres Gloriosas, tres jornadas revolucionarias en las que, en julio de 1830, el pueblo de París se levantó contra el rey Carlos X.
Delacroix representa a los parisinos cruzando una barricada. En lo alto de la composición sitúa a una mujer, mitad diosa de la Antigüedad y mitad mujer del pueblo, que dirige a la multitud ondeando la bandera tricolor. Es la Libertad. La asociación de los colores azul, blanco y rojo se recupera varias veces en el cuadro. Y por una buena razón: la bandera francesa, símbolo de la Revolución de 1789 y más tarde del Imperio, había sido prohibida con el retorno de la monarquía entre 1815 y 1830. Este lienzo, que vincula alegoría y hechos históricos, es muy conocido. Versionado con frecuencia tanto por artistas como por publicitarios, ofrece en la actualidad un modelo para la libertad y las luchas para alcanzarla.
Obras destacadas
Jacques-Louis David, Las Sabinas
1 sur 14
¿Sabías que...?
Rojo artístico
Las salas rojas se han restaurado en varias ocasiones desde el siglo 19. El célebre pintor Pierre Soulages participó en 1969 en la elaboración del color emblemático de las paredes, un tono inspirado en el rojo de las pinturas halladas en Pompeya.
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