Tres siglos de escultura italianaLa galería Miguel Ángel
Bajo las amplias bóvedas de esta galería se conservan obras maestras de la escultura italiana, entre ellas los célebres Esclavos de Miguel Ángel. A lo largo de tres siglos, los autores de estas obras rivalizaron en genialidad para representar los sentimientos del alma humana.
Una galería del “nuevo Louvre”
En el Louvre, el Segundo Imperio (1852-1870) coincidió con un período intenso de construcción. El palacio era por entonces museo y sede del poder imperial. Napoleón III mandó a sus arquitectos Louis Visconti y Hector Lefuel levantar nuevos edificios, algunos de ellos destinados a acoger colecciones. La galería Miguel Ángel fue una de esas construcciones.
Levantada entre 1854 y 1857, esta galería tenía ante todo una función práctica: era el acceso oficial a la sala de los Estados, donde durante el Segundo Imperio se celebraban las grandes sesiones legislativas. Además, aquí se exponían las esculturas que se presentaban en el Salón de París, esa gran manifestación artística dedicada a los artistas vivos de la época.
Una decoración mineral
Hector Lefuel se inspiró en la labor de su predecesor, el arquitecto Pierre Fontaine. Este trabajó en el Louvre durante distintos regímenes políticos a lo largo de toda la primera mitad del siglo 19. Sus reformas de la sala de las Cariátides y la galería de Angulema inspiraron a Lefuel las amplias bóvedas de las galerías Miguel Ángel y Daru, así como el enlosado del suelo con mármoles de distintos colores.
Aquí, la luz es natural. Entra por anchos ventanales abiertos en ambos lados de la galería. Esa iluminación, que no sería adecuada para pinturas, realza especialmente las esculturas de mármol blanco, pero también las de bronce o terracota.
Psique reanimada por el beso del Amor
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De Miguel Ángel a Canova
La galería Miguel Ángel presenta en la actualidad un panorama de la escultura italiana de los siglos 16 a 19. Y debe su nombre al artista florentino Miguel Ángel, que abre el baile con sus Esclavos, dos obras maestras que formaban parte de un proyecto que no llegó a concluir para el monumento funerario del papa Julio II. De lejos, antes de entrar siquiera en la galería, ya distinguimos al llamado Esclavo moribundo, magnificado por el juego de la perspectiva. Detrás de él se alza un pórtico monumental, decorado con figuras de Hércules y Perseo, procedente del palacio Stanga de Castelnuovo, en Cremona. Su forma recuerda el modelo antiguo del arco de triunfo.
Después tenemos el Mercurio volador de Juan de Bolonia, llamado Giambologna, un escultor nacido en Flandes que conoció el éxito en Florencia. Podemos ver también el Mercurio y Psique de su discípulo Adrián de Vries. Antes de salir de la galería, los visitantes pueden admirar la Psique reanimada por el beso del Amor de Antonio Canova. Esta obra es un ejemplo especialmente logrado del trabajo del mármol. El artista refleja perfectamente la dulzura de la carne y el arrebato de Eros, conocido en la mitología romana con el nombre de Cupido o Amor.
Obras destacadas
Benvenuto Cellini, La ninfa de Fontainebleau
1 sur 11
¿Sabías que...?
La historia caprichosa de los Cautivos
Los dos Cautivos de Miguel Ángel se concibieron para decorar el monumento funerario del papa Julio II, fallecido en 1513. Sin embargo, los sucesores del pontífice consideraron el grandioso proyecto demasiado costoso. Así pues, Miguel Ángel le regaló estas dos estatuas a su amigo Roberto Strozzi, florentino exiliado en la corte de Francia. Strozzi se las dio, a su vez, al rey Francisco I. Pero la historia no acaba ahí. El nuevo rey de Francia, Enrique II, le ofreció las estatuas al condestable de Montmorency, que las instaló en su castillo de Écouen. Menos de un siglo después, las estatuas cambiaron de nuevo de residencia cuando en 1632 el cardenal de Richelieu las adquirió para su castillo de… Richelieu. Durante más de 150 años, permanecieron en la familia de los herederos del cardenal, hasta que fueron confiscadas durante la Revolución francesa y en 1794 entraron en el Louvre. ¡Sus largas tribulaciones terminaban por fin!
Eros y Psique
Psique era una princesa tan hermosa que Venus, la diosa de la belleza, tuvo celos de ella y encargó a su hijo Eros que la castigara. Sin embargo, el dios se enamoró de ella y se la llevó a un palacio encantado. Parecía que todo iba a acabar bien para los dos jóvenes, pero Psique desobedeció la promesa que le había hecho a Eros de no intentar ver nunca su rostro. El dios la abandonó y Venus le impuso a Psique tareas formidables. La princesa tuvo que descender a los Infiernos y apoderarse del filtro de la belleza. Al abrir el frasco, el olor la sumió en el sueño de la muerte. Por suerte, Eros la salvó al despertarla con su beso. Ese es el momento que Canova decide representar. Por su parte, Adrián de Vries, escultor renacentista inspirado también en ese mito, eligió mostrar la continuación de la historia. Por orden de Júpiter, Mercurio, mensajero de los dioses, se llevó a Psique (que todavía tenía en la mano el filtro de la belleza) al mundo celestial, donde recibiría la inmortalidad. Mediante ese mito, el escultor representó simbólicamente el arte, encarnado por Mercurio, que elevaba el alma, psyqué en griego, hasta la inmortalidad.
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