Sol, oro y diamantesLa galería de Apolo
Luis XIV vinculó por primera vez su poder real con la divinidad del sol en la galería de Apolo. Para crear esta obra maestra de la decoración arquitectónica, que combina pintura, escultura y doradura, se rodeó de los mejores artistas del momento, los mismos que trabajarían, unos años más tarde, en la galería de los Espejos del palacio de Versalles. En la actualidad, la galería de Apolo alberga la colección real de piedras preciosas y los diamantes de la corona.
¡Un incendio en el Louvre!
El 6 de febrero de 1661, las llamas arrasaron la espléndida Pequeña Galería, que se remontaba al reinado de Enrique IV. Su nieto, Luis XIV, inició de inmediato la construcción de una galería aún más hermosa y confió las obras al arquitecto Louis Le Vau. A los 23 años, el joven rey acababa de elegir el sol como emblema: ese sería el tema de la nueva galería, bautizada con el nombre del dios griego de la luz y las artes, Apolo.
Una galería para el rey Sol...
El primer pintor del rey, Charles Le Brun, recibió el encargo de concebir la nueva decoración y para ello se rodeó de los mejores artistas del momento. Así, la galería de Apolo, primer ejemplo de galería real, se convirtió en terreno de experimentación en términos estéticos y arquitectónicos. Veinte años después, serviría de modelo para uno de los símbolos del clasicismo francés: la galería de los Espejos del palacio de Versalles.
En el Louvre, Charles Le Brun decoró la bóveda de la galería con pinturas que representan a Apolo recorriendo el cielo en su carro. El trayecto del dios del sol determina los distintos momentos del día, desde El alba hasta La noche. En torno a ese eje central, las representaciones y los símbolos de todo lo que recibe la influencia de las variaciones de la luz y del calor benéfico del astro solar (las horas, los días, los meses y las estaciones, pero también los signos del zodiaco e incluso los continentes) conforman un conjunto cósmico. Esa decoración abundante en pinturas y esculturas plasma el poder del sol, que rige todo el universo. De la mano de Apolo, la galería exalta la gloria del rey Sol.
... terminada por Eugène Delacroix
Sin embargo, Luis XIV no tardó en abandonar el Louvre y París por Versalles, donde acabó estableciéndose definitivamente con la corte. Y, en efecto, la galería quedó inacabada. La decoración no se concluyó hasta dos siglos después, en 1850, bajo la dirección de Félix Duban. Eugène Delacroix recibió el encargo de crear una obra de 12 metros de envergadura para decorar el centro del techo, Apolo vence a la serpiente Pitón, auténtico manifiesto pictórico del romanticismo. También se completó la decoración de las paredes, con tapices que incluían los retratos de 28 soberanos y artistas que, a lo largo de los siglos, habían construido y embellecido el palacio.
La colección de piedras preciosas de Luis XIV
Con el Louvre convertido ya en museo, se decidió elegir esta galería para presentar la espléndida colección de piedras preciosas reunidas por los reyes de Francia. Las piezas, talladas con minerales preciosos (ágata, amatista, lapislázuli, jade, sardónice o cristal de roca) y embellecidas con monturas la mayoría de las veces espectaculares, son objetos muy lujosos apreciados desde la antigüedad. Luis XIV sentía auténtica pasión por las piedras preciosas: su colección comprendía unas 800 piezas.
Au Louvre !
Los diamantes de la corona
El tesoro de los reyes de Francia incluye también los célebres diamantes de la corona. A pesar de las vicisitudes de una historia convulsa repleta de robos, dispersiones y ventas, algunas joyas siguen atestiguando el boato real. La piedra más antigua es la espinela llamada Costa de Bretaña, ya que entró en el tesoro gracias a la reina Ana de Bretaña. Tres diamantes históricos, el Regente, el Sancy y el Hortensia, decoraron en su día la ropa o la corona de los soberanos. Se conservan también juegos espectaculares creados en el siglo 19, como los de esmeraldas y diamantes de la emperatriz María Luisa.
Los tesoros de la galería de Apolo
Las joyas de la Corona francesa y la colección de piedras preciosas de Luis XIV
Diamante conocido como "el Regente"
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¿Sabías que...?
El Regente, un diamante con historia
140 quilates, un peso, una talla y una pureza excepcionales... Dicen que es de «primera agua», es decir, perfectamente incoloro... El Regente es uno de los diamantes más célebres del mundo. Descubierto en la India en 1698, fue tallado en forma de brillante, una técnica reciente que permitía resaltar aún más la intensidad de su fulgor. Debido a su precio desorbitante, Luis XIV rechazó comprar esta joya, el diamante de mayor tamaño entonces conocido, cuando se lo propusieron. Finalmente fue su sobrino Felipe de Orleans, regente de Francia durante la minoría de edad de Luis XV, quien la adquirió en 1717 y le dio nombre. Desde entonces, todos los reyes de Francia llevaron este diamante, que decoró la corona de Luis XV, la espada de Napoleón I y una diadema de la emperatriz Eugenia.
La nave de Neptuno
Este recipiente precioso de lapislázuli, adquirido por Luis XIV, presenta una montura de plata dorada y oro esmaltado que la convierte en una obra maestra de la orfebrería parisina. Representa la nave de Neptuno, el dios romano del mar, adornada con guirnaldas de flores y rodeada de seres fantásticos.
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