Un jardín real abierto al públicoEl jardín de las Tullerías
Situado en pleno centro de París, este jardín es un pulmón para la capital desde hace casi cinco siglos. Real unas veces e imperial otras, fue terreno de juego de reyes y príncipes. El joven monarca Luis XIII cazaba en él codornices y cornejas. El Aguilucho, hijo de Napoleón I, jugó en sus senderos... Y todavía hoy sigue siendo un deleite para quienes lo visitan.
Las mil y una vidas del jardín de las Tullerías
Todo empezó en 1564, cuando la reina Catalina de Medici, viuda de Enrique II, mandó construir una residencia de campo con un jardín, ya que sentía nostalgia de los palacios florentinos de su infancia. El terreno elegido estaba situado fuera de las murallas de París, en un lugar donde se habían establecido los tejeros desde la Edad Media. De hecho, su nombre deriva del francés tuilier, que significa tejero, y de ahí pasó al español como Tullerías.
A partir de 1664, el jardín fue completamente rediseñado por André Le Nôtre, jardinero del rey Luis XIV. En aquella época, estaba abierto a un público selecto. En 1871, tras distintas modificaciones y privatizaciones parciales, entre las que destacan la de Napoleón I y más tarde la de su sobrino Napoleón III, se abrió por completo a todos los públicos.
En aquel año, durante los hechos de la Comuna de París, los amotinados incendiaron el palacio de las Tullerías, símbolo del poder e imperial. El palacio no se reconstruyó, pero el jardín sí se conservaría.
En 1990 se organizó un concurso para renovarlo. Lo ganaron los paisajistas Pascal Cribier y Louis Benech, que aportaron innovaciones contemporáneas.
El jardín de André Le Nôtre
Las Tullerías fueron el territorio de André Le Nôtre. El creador de los jardines de Versalles nació, vivió y murió en una casa hoy desaparecida que se encontraba en el jardín mismo. Su padre y su abuelo ya habían sido jardineros al servicio del rey. Le Nôtre organizó las Tullerías en tres grandes secuencias, una estructura que se ha conservado igual con el paso de los siglos.
Tres ambientes distintos
El Gran Cuadrado
Según la tradición del jardín «a la francesa», la parte más próxima al palacio estaba destinada a ser admirada desde las ventanas. Este Gran Cuadrado está amenizado con estanques y “parterres de bordado”, es decir, setos de boj que se tallan de una determinada forma para crear motivos decorativos.
El "Grand Couvert"
Después de los parterres floridos tenemos los árboles del Grand Couvert, una zona para pasear a la sombra. Le Nôtre mandó plantar ocho bosquecillos de árboles de hoja caduca. A pesar de su disposición simétrica, cada uno de ellos ofrece un ambiente diferente. Por medio del Grand Couvert pasa la Gran Alameda, un eje majestuoso prolongado visualmente por los Campos Elíseos, plantados precisamente por Le Nôtre cuando todavía estaban en mitad del campo.
La Herradura y las terrazas
El jardín termina con un espacio descubierto, el Octógono, en torno al Gran Estanque octogonal, y con la Herradura, así llamada por la forma de las dos rampas que permiten acceder a las terrazas que flanquean el jardín: la de los Fulienses, junto a la rue de Rivoli, y la que da al Sena, que hace las veces de dique para proteger el jardín en caso de crecida del río.
Un museo al aire libre
En el siglo 18, el jardín se decoró con estatuas y jarrones. Con cada régimen se retiraban y se instalaban distintas esculturas, de acuerdo con la evolución del gusto. En torno a las arboledas tenemos también numerosas esculturas prestadas por museos de arte moderno y contemporáneo. Podemos encontrar a grandes nombres de la escultura desde el siglo 17 hasta nuestros días, como Antoine Coysevox, Auguste Rodin, Jean Dubuffet, Giuseppe Penone o incluso Louise Bourgeois.
Restauradores especializados se encargan del mantenimiento de las esculturas. Los mármoles más frágiles van poniéndose a cubierto poco a poco en el Museo del Louvre, en los patios Marly y Puget del ala Richelieu, y en su lugar se colocan copias.
Un jardín escultórico
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¿Sabías que...?
Ilusión óptica
Desde el palacio de las Tullerías, hoy desparecido, los cuatro estanques del jardín parecían tener las mismas dimensiones. En realidad, el estanque octogonal, al final de la Gran Alameda, es el doble de grande que el redondo. Además, con las distintas mejoras que ha habido la perspectiva se ha alargado: actualmente empieza por el este en el arco del Carrusel y va avanzando hacia el oeste marcada por el obelisco de la Concordia, el célebre arco del Triunfo y el arco de la Defensa. ¡Le Nôtre era todo un maestro de la geometría!
Composiciones florales que cambian al ritmo de las exposiciones
Desde 2005, el Louvre se encarga de gestionar el jardín de las Tullerías y de realzar su patrimonio. Todos los años, los jardineros crean nuevos adornos florales, en primavera y en verano, en función de la programación cultural del museo. Es por eso por lo que los parterres adoptan los colores de las exposiciones o los grandes actos del momento.
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