

La balsa de La Medusa
Tras los pasos de Beyoncé y Jay-Z

La balsa de La Medusa
Théodore Géricault
En 1818, Théodore Géricault buscaba un tema moderno para llamar la atención en el siguiente Salón. Se decantó por un suceso escandaloso, el naufragio de La Medusa, producido en 1816. Esa fragata, enviada por el rey Luis XVIII para recuperar Senegal de manos de Inglaterra, estaba capitaneada por un marino incompetente. En el momento del naufragio, al faltar espacio en las chalupas de salvamento, 150 hombres fueron abandonados en una balsa improvisada y se entregaron al canibalismo. Solo se salvaron diez. Géricault trabajó como un reportero, entrevistando a los supervivientes, y como un científico, haciendo estudios de miembros amputados que tomó prestados de un hospital. La obra, uno de los primeros grandes cuadros románticos, provocó todo un escándalo en su presentación oficial.
¿Una obra en contra de la esclavitud?
El cuadro de Géricault es singular: representa a unos náufragos anónimos con unas dimensiones reservadas habitualmente a los héroes de la Antigüedad. Los cuerpos idealizados se tratan como estudios de desnudos, respetando los cánones de la belleza clásica. En esta composición piramidal, la mirada se dirige hacia el punto culminante: es un hombre de piel negra que agita un pedazo de tela. No era un detalle trivial a principios del siglo 19, cuando la abolición de la esclavitud era un tema candente.
